El acordeón es su pasión. Cuando Ignacio Hernández salió del colegio quiso estudiar formalmente este instrumento musical, pero nunca se imaginó cómo la vida lo sorprendería. Al darse cuenta de que en nuestro país no existían carreras de acordeón, decidió estudiar piano en nuestra Escuela Moderna de Música y Danza, “porque tenía teclas y sabía que me podía ayudar”, comenta.

Con el pasar del tiempo, nuestro ex alumno Ignacio, aprendió que el esfuerzo y dedicación son esenciales para lograr el éxito. Mientras estudiaba en la Escuela Moderna, paralelamente tenía toda su energía puesta en el acordeón. El conocimiento en ambos instrumentos lo llevó a tener la oportunidad de estudiar en el extranjero junto a grandes maestros en Italia, Francia y Brasil; y, más tarde, a crear el Conservatorio Nacional de Acordeón en Chile.

“La Escuela Moderna me entregó las herramientas que he usado para desenvolverme en mi carrera musical. Soy un infinito agradecido de esta bella institución, porque gracias a ella -y a mis maestros de acordeón- he logrado lo que soy musicalmente”, menciona Ignacio.

Ignacio Hernández es profesor de acordeón, ha obtenido el Primer premio Concurso Latinoamericano de Acordeón 2005 (Brasil); Primer premio Concurso Sudamericano de Acordeón 2012 (Argentina); Cuarto premio Concurso Mundial de Acordeón 2012 (Italia); y, hoy es director del Conservatorio Nacional de Acordeón de Chile.

Ignacio, ¿cómo nació tu interés por el acordeón?
Vengo de una familia que siempre ha escuchado folklore. Por eso, desde pequeño siempre tuve la oportunidad de escuchar su sonoridad despertando en mí gran interés y curiosidad de conocerlo. Con el tiempo, integré un conjunto folklórico infantil y como no había acordeonista, me ofrecí y comencé a aprender en forma autodidacta.

¿Qué significa para ti la música?
Es energía, pasión, alegría, me transmite estados anímicos de sentimientos maravillosos. Yo vivo por y para la música, siempre estoy rodeado de ella en el conservatorio y eso es lo que me da paz y ganas de caminar día a día.

Sin duda que la música es todo para ti. Tu pasión por ella te llevó a crear el Conservatorio Nacional de Acordeón. Cuéntanos sobre la importancia de éste en nuestro país.
Es importante, porque es la única institución en Chile que se dedica a la formación de acordeonistas, satisfaciendo las necesidades de un grupo de personas que antes no tenían acceso a estudiar este instrumento.

Cabe destacar que, históricamente, el acordeón en la música chilena siempre se tocó de oído. Justamente, porque no habían escuelas y se trasmitía de generación en generación oralmente. Hoy día, los acordeonistas tienen acceso a la lectura y a tocar todo tipo de piezas: desde folklore, popular, jazz, clásica y lo que sea que esté escrito para acordeón.

¿Cómo ves el escenario del desarrollo de la música con Acordeón en Chile?
Lo veo muy bien, hoy es más común que hace unos años ver acordeonistas en las calles, en el metro, en los grupos de cueca, grupos tropicales, en los clubes de jazz, en la música popular. Además, está muy presente en la música que usan los comerciales de tv, los programas culturales, matinales, etc.

¿Qué herramientas te dio la Escuela Moderna para tu futuro laboral como músico?
Absolutamente todos mis profesores que tuve de acordeón post Escuela Moderna me preguntaron dónde y con quien había estudiado música, por mi facilidad para entender y reproducir los temas de la partitura. Siempre decía, estudié piano con el profesor Pablo Bruna en la Escuela Moderna de Música en Santiago de Chile.

La Escuela Moderna me entregó las herramientas que he usado para desenvolverme en mi carrera musical. Soy un infinito agradecido de esta bella institución, porque gracias a ella -y a mis maestros de acordeón- he logrado lo que soy musicalmente.